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August 16, 2019

Batman: Damned # 3 - Brian Azzarello & Lee Bermejo

When Batman: Damned was originally solicited, I immediately became interested in the project because of Lee Bermejo, but not necessarily by Brian Azzarello. Bermejo is an outstanding artist and one of the best ones in the comic book industry, Azzarello is regarded in general as a very good writer, and he has produced highly popular works, such as 100 Bullets, and even if he isn’t in my personal list of the best 25 writers I still trust him enough as a solid craftsman that knows how to tell a story, especially in very specific genres. 

Batman: Damned was an incredibly ambitious story, and I think as writers we should try to be ambitious, however, the problems begin when our ambition doesn’t match the final result. I honestly think we can have an absolutely brilliant idea, but that doesn’t always mean the product (a comic, a novel, a poem) is going to do justice to that original idea. One of Azzarello’s main narrative resources was the use of John Constantine as an unreliable narrator, something we also see in novels or movies. And I’m fine with having an unreliable narrator, but if this narrator becomes too unreliable we enter a dangerous zone in which the story is no longer relevant within a certain narrative universe. 
buried alive / enterrado vivo
Casper Rudolph explains that “After all, the question of what’s real and what’s illusion has been a part of this series from the start, and it’s even explicitly addressed in this issue when Batman and Constantine go to see Zatanna: 'Illusion. Reality. What’s the difference? You are. Your perception'”. And yes, perception is important, but there are ways of preserving the difficult balance between illusion and reality, and ways of ruining the verisimilitude of a story. And I’m not sure that Azzarello manages to preserve that balance.
 
Swamp Thing

According to Sam Stone, “In a way, the Joker's murder was only ever the inciting incident and not necessarily the central drive of the story itself. Azzarello has crafted Batman's own divine comedy as Bruce Wayne delves deeper and deeper into his own personal Inferno to confront his mortality head-on, with John Constantine as his guide through this nightmarish vision of Gotham”. A villain like Joker can never die, I think we all know that, and it’s clear that what Azzarello set out to do was having Batman travel to this personal hell, confronting his traumatic past and experiencing a unique kind of nightmare, and to accomplish this I don’t think Azzarello needed the Joker at all. Stone also affirms that “What has elevated the miniseries since its debut has been Lee Bermejo's hauntingly moody painted artwork”, I absolutely agree with him; furthermore, Bermejo had “plenty of room to breathe in this issue, with some jaw-droppingly beautiful visuals and spreads, with Bermejo delivering both sprawling action sequences and more intimate, emotional moments with equal aplomb here”. 

In the first issue Batman reunites with Constantine and Deadman and starts investigating who was behind Joker’s death. That first issue, however, also became DC’s most controversial comic in the last decade, since it included the now infamous bat penis, which DC has decided to censor in all future editions of Batman: Damned. In the second issue, we have a very aggressive Harley Quinn that tries to ‘rape’ Batman. And a lot of readers seemed to be infuriated by Batman’s passive attitude throughout this miniseries.

Rich Johnston had pointed out that, from the very beginning, Azzarello paid homage to the Bat-trinity of Alan Moore (The Killing Joke), Grant Morrison (Arkham Asylum) and Frank Miller (The Dark Knight Returns), expecting to have Batman: Damned included in the Parnassus of those immortal classics. I’m afraid that Azzarello falls short of that honor, but that in no way means that this is a bad comic, it just can’t compete with the Bat-trinity. And even if it were a poorly written story, it wouldn’t matter at all, because “Bermejo's art remains the biggest driving force of Damned. His work is incredibly detailed [...] And it's more than just the detail fueling the art in this book. Bermejo brings a lush texture and haunting use of color to every page [...] It's a look that manages to balance gritty noir realism with surreal, supernatural weirdness. The oversized Black Label format only highlights Bermejo's incredible work that much more”, explains Jesse Schedeen and that’s 100% true.
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Cuando Batman: Damned fue anunciado, inmediatamente me interesé en el proyecto a causa de Lee Bermejo, aunque no necesariamente a causa de Brian Azzarello. Bermejo es un artista destacado y uno de los mejores en la industria del cómic, Azzarello es considerado en general como un muy buen escritor, y ha producido obras muy populares, como 100 Bullets, e incluso si no está en mi lista personal de los mejores 25 escritores de todos modos confío en él lo suficiente, ya que es un artesano muy correcto que sabe cómo contar una historia, especialmente en géneros muy específicos.
John Constantine
Batman: Damned era una historia increíblemente ambiciosa, y creo que como escritores deberíamos tratar de ser ambiciosos, sin embargo, los problemas comienzan cuando nuestra ambición no coincide con el resultado final. Sinceramente, creo que podemos tener una idea absolutamente brillante, pero eso no siempre significa que el producto (un cómic, una novela, un poema) vaya a hacerle justicia a esa idea original. Uno de los principales recursos narrativos de Azzarello fue el uso de John Constantine como un narrador no confiable, algo que también vemos en novelas o películas. Y estoy de acuerdo con tener un narrador no confiable, pero si es imposible confiar en este narrador, entramos en una zona peligrosa en la que la historia ya no es relevante dentro del universo narrativo.

Casper Rudolph explica que “Después de todo, la cuestión de qué es real y qué es ilusión ha sido parte de esta serie desde el principio, e incluso se aborda explícitamente en este número cuando Batman y Constantine van a ver a Zatanna: 'Ilusión. Realidad. ¿Cual es la diferencia? Tú lo eres. Tu percepción'”. Y sí, la percepción es importante, pero hay formas de preservar el difícil equilibrio entre ilusión y realidad, y formas de arruinar la verosimilitud de una historia. Y no estoy seguro de que Azzarello haya logrado preservar ese equilibrio.
Bruce Wayne
 Según Sam Stone, “en cierto modo, el asesinato del Joker fue sólo el incidente incitante y no necesariamente el impulso central de la historia misma. Azzarello ha creado la propia comedia divina de Batman mientras Bruce Wayne profundiza cada vez más en su propio infierno personal para enfrentar su mortalidad de frente, con John Constantine como su guía a través de esta visión pesadillesca de Gotham”. Un villano como Joker nunca puede morir, creo que todos lo sabemos, y está claro que Azzarello se propuso hacer que Batman viajara a este infierno personal, confrontando su pasado traumático y experimentando un tipo único de pesadilla, y para lograr esto no creo que Azzarello necesitara al Joker en absoluto. Stone también afirma que "lo que ha elevado la miniserie desde su debut ha sido el arrebatador arte pintado a mano de Lee Bermejo", estoy absolutamente de acuerdo con él; Además, Bermejo tuvo “mucho espacio para respirar en este número, con algunos efectos visuales y páginas dobles asombrosamente hermosos, con Bermejo ofreciendo aquí secuencias de acción a todo dar y momentos más íntimos y emocionales con igual aplomo”.

En el primer número, Batman se reúne con Constantine y Deadman para comenzar a investigar quién está detrás de la muerte del Joker. Ese primer número, sin embargo, también se convirtió en el cómic más controversial de DC en la última década, ya que incluía el ahora infame bati-pene, que DC decidió censurar en todas las ediciones futuras de Batman: Damned. En el segundo número, tenemos a una Harley Quinn muy agresiva que intenta "violar" a Batman. Y muchos lectores parecían indignados por la actitud pasiva de Batman a lo largo de esta miniserie.
Crime Alley / Callejón del crimen
Rich Johnston había señalado que, desde el principio, Azzarello rindió homenaje a la bati-trinidad de Alan Moore (The Killing Joke), Grant Morrison (Arkham Asylum) y Frank Miller (The Dark Knight Returns), con la esperanza de que Batman: Damned fuese incluido en el parnaso de esos inmortales clásicos. Me temo que Azzarello no está a la altura de ese honor, pero eso de ninguna manera significa que este sea un mal cómic, simplemente no puede competir con la bati-trinidad. E incluso si fuera una historia mal escrita, no importaría en absoluto, porque “el arte de Bermejo sigue siendo la mayor fuerza impulsora de Damned. Su trabajo es increíblemente detallado [...] y es más que sólo el detalle que alimenta el arte en este cómic. Bermejo aporta una textura exuberante y un uso inquietante del color en cada página. [...] Es un aspecto que logra equilibrar el realismo arenoso con la rareza surrealista y sobrenatural. El formato Black Label de gran tamaño sólo resalta mucho más el increíble trabajo de Bermejo”, explica Jesse Schedeen y eso es 100% verdad.

April 7, 2019

Batman: Damned # 2 - Brian Azzarello & Lee Bermejo

The Joker is dead. Or is he? In the second issue of this impressive and also controversial miniseries aimed at mature readers, Batman continues to work alongside John Constantine and Deadman to unravel the mystery behind the death of his archnemesis, however, in the process he is also forced to confront his own past and to relive experiences buried a long time ago. 

Something that I find especially audacious in Azzarello’s version of Batman is the way in which we are made privy to the secrets of the Wayne family. This is, indeed, “a far less idyllic childhood as often portrayed”, as Rich Johnston explains. And I wholeheartedly agree with him. Batman writers have often offered us a vision of the past that seemed perhaps too good to be true: caring and kind parents, a happy childhood, a Gotham City not yet plagued by crime or corruption. 
John Constantine & Batman
However, in Batman: Damned, Azzarello plays with the somewhat melodramatic notion that the rich also cry. After all, one might ask, having millions of dollars guarantees happiness? Or, on the contrary, being a millionaire means to be constantly concerned about the possibility of loss? What we see here are the conflicts between Martha and Thomas Wayne. Lee Bermejo designs one of the most majestic versions of Wayne manor ever, and in a magnificent flashback scene, he has Bruce Wayne dressed up as the Lone Ranger. But Thomas Wayne pays no attention to his son, busy as he is quarreling with Martha.

Was Thomas Wayne always the noble, kindhearted philanthropist that we’ve seen in every Batman comic? Or did he also have feet of clay? Did the couple constantly yell at each other, threatening with divorce? Because that is exactly what we see in some of the most dramatic pages of this issue, wonderfully illustrated by Bermejo. 
Wayne Manor
All readers know that Batman never uses firearms because his parents were murdered at gunpoint. However, Azzarello suggests a less spectacular explanation for that. Frustrated due to his parents constant fighting, the young Bruce can’t understand what’s going on, and due to his immaturity he immediately blames his mother, and tries to shoot at her with his Lone Ranger revolver. Martha makes Bruce promise that he’ll “never point a gun to anyone”, and that is a promise Bruce will keep as Batman. 

When Martha takes Bruce to a meeting she has with a private detective, she can finally answer the question that was tormenting her: Did Thomas cheat on her? And after seeing the photographs provided by the detective, no words are necessary to explain why she’s crying. Bermejo intensifies the dramatic tension with two superb silent panels in which Martha’s movements are more than enough to convey her emotions.  
Martha Wayne & Bruce Wayne
Bermejo establishes a visual connection between the fire of a lighter and the fire of a building, a fire from which Batman needs to be rescued by no other than the Demon Etrigan. Weakened, hurt and exhausted, the Dark Knight is an easy prey for an enraged Harley Quinn, who decides to unbutton Batman’s pants, in a very aggressive seduction scene. The third issue will be the last one and, personally, I can’t wait to see what’s the miniseries outcome. 
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El Joker está muerto. ¿O no? En el segundo número de esta impresionante y también controversial miniserie dirigida a lectores maduros, Batman continúa trabajando junto a John Constantine y Deadman para desentrañar el misterio detrás de la muerte de su archienemigo. Sin embargo, en el proceso también se ve obligado a enfrentar su propio pasado. Y revivir experiencias largo tiempo enterradas.
"The rich also cry" / "los ricos también lloran"
Algo que me parece especialmente audaz en la versión de Batman de Azzarello es la forma en que estamos al tanto de los secretos de la familia Wayne. Esto es, de hecho, "una infancia mucho menos idílica de la que se retrata con frecuencia", como explica Rich Johnston. Y estoy totalmente de acuerdo con él. Los escritores de Batman a menudo nos han ofrecido una visión del pasado que quizás parecía demasiado buena para ser verdad: padres cariñosos y amables, una infancia feliz, una ciudad Gotham que aún no está plagada de delitos o corrupción.

Sin embargo, en Batman: Damned, Azzarello juega con la noción algo melodramática de que los ricos también lloran. Después de todo, uno podría preguntarse, ¿tener millones de dólares garantiza la felicidad? ¿O, por el contrario, ser millonario significa estar constantemente preocupados por la posibilidad de la pérdida? Lo que vemos aquí son los conflictos entre Martha y Thomas Wayne. Lee Bermejo diseña una de las versiones más majestuosas de la mansión Wayne, y en una magnífica escena que ocurre en el pasado, vemos a Bruce Wayne disfrazado del Llanero Solitario. Pero Thomas Wayne no le presta atención a su hijo, debido a su altercado con Martha.
Etrigan
¿Thomas Wayne fue siempre el noble y bondadoso filántropo que hemos visto en todos los cómics de Batman? ¿O también tenía pies de barro? ¿La pareja gritaba constantemente, amenazando con el divorcio? Porque eso es exactamente lo que vemos en algunas de las páginas más dramáticas de este ejemplar, maravillosamente ilustradas por Bermejo.

Todos los lectores saben que Batman nunca usa armas de fuego porque sus padres fueron asesinados con una pistola. Sin embargo, Azzarello sugiere una explicación menos espectacular. Frustrado debido a la constante disputa entre sus padres, el joven Bruce no puede entender lo que está pasando y, debido a su inmadurez, inmediatamente culpa a su madre e intenta dispararle con su revólver de Llanero Solitario. Martha le hace prometer a Bruce que "nunca apuntará con un arma a nadie", y esa es una promesa que Bruce mantendrá como Batman.
Harley Quinn
Cuando Martha lleva a Bruce a una reunión que tiene con un detective privado, finalmente puede responder a la pregunta que la atormentaba: ¿Thomas le está siendo infiel? Y después de ver las fotografías proporcionadas por el detective, no hay palabras necesarias para explicar sus lágrimas. Bermejo intensifica la tensión dramática con dos magníficas viñetas silenciosss en las que los movimientos de Martha son más que suficientes para transmitir sus emociones.

Bermejo establece una conexión visual entre el fuego de un encendedor y el incendio de un edificio, un incendio del cual Batman necesita ser rescatado por el Demonio Etrigan. Debilitado, herido y agotado, el Caballero Oscuro es una presa fácil para una Harley Quinn enfurecida, que decide desabotonar los pantalones de Batman, en una escena de seducción muy agresiva. El tercer ejemplar será el último y, personalmente, no puedo esperar a ver cuál es el desenlace de la miniserie.

December 5, 2018

Batman: Damned # 1 - Brian Azzarello & Lee Bermejo

How can one imagine Batman without the Joker? For almost 80 years, the Dark Knight and the Clown Prince of Crime have graced the pages of countless comics, battling against each other, and sometimes even trying to connect with each other in strange and unique ways, as we can see in Alan Moore’s classic The Killing Joke. If one of the rules of superhero comics is that the hero must never die, then the same applies to the villain. However, in Batman: Damned writer Brian Azzarello defies this convention.

“The Joker is dead. There is no doubt about that. But whether Batman finally snapped his scrawny neck or some other sinister force in Gotham City did the deed is still a mystery. Problem is, Batman can't remember… and the more he digs into this labyrinthine case, the more his mind starts to doubt everything he's uncovering. So who better to set him straight than… John Constantine? Problem with that is as much as John loves a good mystery, he loves messing with people's heads even more. So with John's ‘help’, the pair will delve into the sordid underbelly of Gotham as they race toward the mind-blowing truth of who murdered The Joker”. 
Gotham City
Rich Johnston affirms that Batman: Damned #1 is a “rich, lush telling of a story with Batman and John Constantine on the streets of Gotham, dealing with a supernatural invader that goes to the heart of Bruce Wayne, and the potential death of The Joker”. And I agree with him. I cannot remember the last time I was so impressed by Azzarello’s writing. “The comic is steeped in its Batman predecessors. It begins with a blatant reference to The Killing Joke, the white typed lettering on black goes right to Arkham Asylum and the heartbeat monitors to The Dark Knight Returns. This all on the first page, and seemingly asking itself to be invited to their number as classic Batman tales that will be reprinted through the ages, and put Azzarello up there with Alan Moore, Grant Morrison and Frank Miller. It invites the audience to judge, to accept it into that number and all in the very first page”, according to Johnston. Seems like an ambitious goal but well within reach.

But what makes Batman: Damned one of the best DC comics of recent years is the art. Lee Bermejo has always been an amazing artist, but this might be some of the most brilliant art he’s ever produced, and that’s saying a lot. “Bermejo is about 90% of the reason this comic works like it does. It sets a tone, an approach, a style that […] encourages you to cheer along with its madness”, explains Johnston, “It’s a comic about falling in so many ways. Batman, the Joker, his relationship with his parents, it reveals Thomas Wayne as far less of a saint than he has been seen as before, with no easy getting away with it as they have in the past. […] something seems to be living in them. Something nasty, sentient and monstrous in the form of a young girl”.
John Constantine & Deadman
Batman: Damned is an artistic masterpiece, and the fantastic pages created by Bermejo are both beautiful and unforgettable. As I was reading the first issue I enjoyed taking my time and admiring each page. For me, this is as wonderful as going to my favorite museum and losing track of time amongst all the paintings. Bermejo pencils, inks and colors every page, creating a unique and very cohesive visual universe that it’s impressive beyond words. 

Described in the solicitations as an out of continuity “super-natural horror story”, this first series in DC’s newly minted Black Label line was supposed to surprise and delight all readers. And it sure did, although not in the way DC intended. The Black Label line was supposed to be “a mature readers imprint using DC Comics’ most famous characters”, as Rich Johnston explains. Therefore writer Brian Azzarello and artist Lee Bermejo created an extraordinary Batman story that, of course, has a much more mature approach than the monthly title. However, seems like the audience was not mature enough to understand their artistic proposal. After almost 80 years of graphic puritanism, in the pages of Batman: Damned # 1 there are a few scenes in which Bruce Wayne is naked, and sometimes it’s possibly to see a partial silhouette of what many have called “the glorious batpenis”. 
the batcave / la baticueva
The problem is that many retailers complained about the fact that DC was publishing a book that “prominently features Batman’s genitalia” which is a very inaccurate statement. As with many things in Batman’s life, the truth remains hidden in the shadows. There aren’t any closeups of Batman’s genitals and therefore nobody should feel offended by what is merely suggested in the art. And yet, DC immediately affirmed that this comic would not be reprinted in its original format, and the digital edition has already been censored. Announced as a horror story, Batman: Damned proved that the real horror is that a certain group of American readers still feel terrorized by questions of sexuality and are truly horrified by that which makes us who we are: the human body.
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¿Cómo puede uno imaginar a Batman sin el Joker? Durante casi 80 años, el Caballero Oscuro y el Arlequín del Crimen han aparecido en innumerables cómics, luchando el uno contra el otro y, a veces, incluso tratando de conectar entre sí de formas extrañas y únicas, como podemos ver en el clásico de Alan Moore La broma asesina. Si una de las reglas de los cómics de superhéroes es que el héroe nunca debe morir, entonces lo mismo se aplica al villano. Sin embargo, en Batman: Damned, el escritor Brian Azzarello desafía esta convención.
Is Bruce Wayne falling apart? / ¿Bruce Wayne se está desmoronando?
“El Joker está muerto. No hay duda sobre eso. Pero si acaso Batman finalmente rompió su escuálido cuello o lo hizo alguna otra fuerza siniestra en Gotham City, la cuestión sigue siendo un misterio. El problema es que Batman no puede recordar... y mientras más se adentra en este caso laberíntico, su mente empieza a dudar más de todo lo que está descubriendo. Entonces, ¿quién mejor para enderezarlo que... John Constantine? El problema es que a John le encantan los buenos misterios, y le encanta aún más jugar con las cabezas de las personas. Así que con la 'ayuda' de John, la pareja se adentrará en el sórdido inframundo de Gotham a medida que se apresuran para descubrir a quién asesinó al Joker”.

Rich Johnston afirma que Batman: Damned # 1 es un “relato rico y exuberante, con Batman y John Constantine en las calles de Gotham luchando contra un invasor sobrenatural que llega al corazón de Bruce Wayne y la posible muerte del Joker”. Y estoy de acuerdo con él. No recuerdo la última vez que me impresionó tanto la escritura de Azzarello. “El cómic está impregnado de sus predecesores. Comienza con una referencia descarada a The Killing Joke, las letras blancas escritas en negro van directamente a Arkham Asylum y los latidos del corazón a The Dark Knight Returns. Todo esto en la primera página, y aparentemente pide ser invitado a ese conjunto de indiscutibles clásicos de Batman que se reimprimirán a lo largo de los siglos, y coloca a Azzarello en la cima, al lado de Alan Moore, Grant Morrison y Frank Miller. Ello invita a que la audiencia juzgue, a que lo acepte en ese parnaso y todo ya desde la primera página”, según Johnston. Parece un objetivo ambicioso pero al alcance.
Wayne's Manor / la mansión Wayne
Pero lo que hace que Batman: Damned sea uno de los mejores cómics de DC de los últimos años es el arte. Lee Bermejo siempre ha sido un artista increíble, pero este podría ser uno de los trabajos artísticos más brillantes que haya producido, y eso ya es decir mucho. “Bermejo es aproximadamente el 90% de la razón por la que este cómic funciona como lo hace. Establece un tono, un enfoque, un estilo que [...] te anima a alegrarte con tanta locura”, explica Johnston, “de muchas maneras, este es un cómic sobre las caídas. Batman y el Joker, y su relación con sus padres que nos revela a Thomas Wayne como alguien totalmente alejado de esa figura de santo con la que se le había descrito en el pasado, y no será fácil salirse con la suya como ha sucedido antes […] Algo parece estar viviendo en ellos. Algo repugnante, febril y monstruoso que adopta la forma de una niña”.

Batman: Damned es una obra maestra artística, y las fantásticas páginas creadas por Bermejo son hermosas e inolvidables. Cuando estaba leyendo el primer número, disfruté tomándome el tiempo y admirando cada página. Para mí, esto es tan maravilloso como ir a mi museo favorito y perder la noción del tiempo entre todas las pinturas. Bermejo dibuja a lápiz, entinta y colorea cada página, creando un universo visual único y muy coherente que impresiona más allá de lo que las palabras pueden resumir.
the secret past of Bruce Wayne / el pasado secreto de Bruce Wayne
Descrita en las solicitudes como una “historia de horror súper natural” fuera de continuidad, se suponía que esta primera serie de la recién creada línea Black Label de DC sorprendería y deleitaría a todos los lectores. Y vaya que así fue, aunque no en la forma en que DC pretendía. Se suponía que la línea Black Label era “un sello para lectores maduros que usaría a los personajes más famosos de DC Comics”, como explica Rich Johnston. Por lo tanto, el escritor Brian Azzarello y el artista Lee Bermejo crearon una extraordinaria historia de Batman que, por supuesto, tiene un enfoque mucho más maduro que la colección mensual. Sin embargo, parece que la audiencia no era lo suficientemente madura como para entender esta propuesta artística. Después de casi 80 años de puritanismo gráfico, en las páginas de Batman: Damned # 1 hay algunas escenas en las que Bruce Wayne está desnudo, y en ocasiones es posible ver el perfil de lo que muchos han llamado “el glorioso batipene”.

El problema es que muchos propietarios de tiendas se quejaron del hecho de que DC estaba publicando un cómic que “destaca los genitales de Batman de manera prominente”, una declaración bastante desacertada. Como ocurre con muchas cosas en la vida de Batman, la verdad permanece oculta en las sombras. No hay un primer plano de los genitales de Batman y, por lo tanto, nadie debería sentirse ofendido por lo que simplemente se sugiere en el arte. Y, sin embargo, DC afirmó inmediatamente que este cómic no se volvería a imprimir en su formato original, y la edición digital ya ha sido censurada. Anunciada como una historia de horror, Batman: Damned demostró que el verdadero horror es que cierto grupo de lectores estadounidenses todavía se sienten aterrorizados por cuestiones de sexualidad y se horrorizan de aquello que nos hace ser quienes somos: el cuerpo humano.

October 27, 2014

Planetary # 7 - Warren Ellis & John Cassaday

A funeral is the perfect opportunity to say goodbye. However you do not say goodbye to a person that is already gone, you simply bid farewell to the idea and the memories of the deceased. A funeral can also be the last chance you have to try to understand who that person was and why did their life mattered.

“To Be In England, In the Summertime” (published in January 2000) begins with the funeral of Jack Carter. A British bloke, an unrelenting smoker, a manipulative magician well versed in the dark arts. Certainly, Jack Carter is a reinterpretation of Alan Moore’s creation John Constantine. However his funeral is not about coming to terms with his death, but rather a meaningful way to reexamine the narrative of the 80s, to ascertain if it still remains valid or it needs updating.

When Elijah Snow, Jakita Wagner and Drummer walk into the cemetery, they immediately stumble upon some of the 80s vestiges. Sitting on a bench, we can clearly see Death of the Endless, and a peculiar amalgamation of Sandman with his own author Neil Gaiman. 

Of course, there are many other refugees from the 80s attending the funeral. Perhaps the most prominent would be an alternative version of Grant Morrison’s Animal Man and a fusion between Alan Moore’s Swamp Thing and Poison Ivy. If you think clearly and objectively about the 80s, you will realize very quickly that it was a glorious decade for the 9th art. The American comic book industry blossomed thanks to the presence of British writers that revolutionized the superhero genre. 
the cemetery / el cementerio

I’ve often wondered what was it about the 80s that inspired so many writers. For Warren Ellis, the political scenario provides more than enough enlightenment. The United States had substantial problems, but England was facing a serious debacle. In real life, Margaret Thatcher alienated England’s brightest writers. Alan Moore, Grant Morrison and Neil Gaiman publicly expressed their disappointment in the Iron Lady. Warren Ellis also shares his point of view: “She wanted concentration camps for AIDS victims, wanted to eradicate homosexuality even as an abstract concept, made poor people choose between eating and keeping their vote […] England was a scary place. No wonder it produced a scary culture”.

Time has passed and the question remains. Have these characters adapted to the new era or are they still stuck in the 80s? They are like an uncomfortable testimony that corroborates the ugliness of the past. A past that is still as mysterious as ever. So much, in fact, that Elijah Snow and the rest of the group decide to investigate Carter’s death, suspecting that he might have faked his own demise. 


During their forensic procedure, they run into a strange superhero, perhaps the quintessential American superhero: a square-jawed adventurer, a traditional do-gooder… until the arrival of the 80s. Because if we pause for a moment to remember what the 80s meant for most superheroes, then we will realize that important changes were happening in that era. British authors transformed one-dimensional characters into complex individuals, with rich personalities; they eliminated the concept of purity and undisputed goodness, and added a much necessary darkness to balance things out. Obviously, many readers complained about it. They wanted their heroes to return to the idealistic although childish standards of the past. 

Dream (Sandman) & Death

The anonymous superhero of this tale is an enraged man, someone who misses the clean and simple years of decades long gone. Instead of a classic superhero, in the 80s he was turned into something else. His history was rewritten and as a consequence his origin was modified: “I liked my life! There was nothing wrong with me! I wasn’t hip, I wasn’t trendy, I wasn’t edgy, and you know what? That was okay! I didn’t need the split personalities, the nervous breakdown, the shift in sexual orientation, my life being a lie”, he yells at Snow. It’s revealed that he had been photographed with underage male prostitutes by Jack Carter. Revenge, of course, was inevitable. 

In the final pages Jack Carter reappears and kills this nameless superhero in cold blood. Although Carter has changed. Like he says, the 80s are dead. It’s time to embrace the future. And he erases those aspects that made him similar to John Constantine, and adopts a new look, almost identical to Spider Jerusalem, the protagonist of Warren Ellis impressive “Transmetropolitan” series.


John Cassaday’s art is absolutely amazing. We have dark and ominous moments, like the page that shows the protagonists entering into the cemetery; and we also have brighter and more powerful scenes, like the page that includes the sons and daughters of the 80s (I must highlight the fantastic design of the Swamp Thing / Poison Ivy hybrid and the alternative Animal Man). One of the best artists of the industry leaves his mark in a very creative story about the impact the 80s “British invasion” had on the superhero genre.

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Un funeral es la oportunidad perfecta para decir adiós. Sin embargo, no le dices adiós a la persona que ya no existe, simplemente te despides de la idea y las memorias del fallecido. Un funeral también puede ser la última oportunidad para tratar de entender quién era esa persona y por qué su vida era importante.

Alternative versions of Animal Man and Swamp Thing / versiones alternativas de Animal Man y Swamp Thing

“Estar en Inglaterra, en el verano” (publicado en enero del 2000) empieza con el funeral de Jack Carter. Un sujeto británico, un fumador empedernido, un mago manipulador inmerso en las artes oscuras. Ciertamente, Jack Carter es una reinterpretación de la creación de Alan Moore, John Constantine. Sin embargo su funeral no tiene como objetivo aceptar su muerte, sino más bien reexaminar de manera significativa la narrativa de los 80s, para determinar si aún es válida o si necesita actualizarse.

Cuando Elijah Snow, Jakita Wagner y Drummer caminan por el cementerio, inmediatamente encuentran algunos vestigios de los 80s. Sentados en una banca, podemos ver claramente a Muerte, de los Eternos, y una peculiar amalgama de Sandman con su propio autor Neil Gaiman. 


Desde luego, hay muchos otros refugiados de los 80s que asisten al funeral. Tal vez los más prominentes serían la versión alternativa del Animal Man de Grant Morrison y una fusión entre el Swamp Thing de Alan Moore y Poison Ivy. Si piensan clara y objetivamente sobre los 80s, se darán cuenta muy rápidamente de que fue una década gloriosa para el noveno arte. La industria estadounidense del cómic floreció gracias a la presencia de escritores británicos que revolucionaron el género de los superhéroes.
Jack Carter = John Constantine

Me he preguntado a menudo por qué los 80s inspiraron a tantos escritores. Para Warren Ellis, el escenario político proporciona una aclaración más que suficiente. Los Estados Unidos tenían problemas sustanciales, pero Inglaterra estaba enfrentando una seria debacle. En la vida real, Margaret Thatcher alienó a los más brillantes escritores ingleses. Alan Moore, Grant Morrison y Neil Gaiman expresaron públicamente lo decepcionados que estaban con la Dama de Hierro. Warren Ellis también comparte su punto de vista: “Ella quería campos de concentración para las víctimas del SIDA, quería erradicar la homosexualidad incluso como un concepto abstracto, hizo que la gente pobre eligiera entre comer y seguir votando […] Inglaterra era un lugar que daba miedo. No es extraño que produjera una cultura que daba miedo”.


El tiempo ha transcurrido y la pregunta permanece. ¿Estos personajes se han adaptado a la nueva era o aún siguen atascados en los 80s? Ellos son como un incómodo testimonio que corrobora la fealdad del pasado. Un pasado que aún es tan misterioso como antes. Tanto que, de hecho, Elijah Snow y el resto del grupo deciden investigar la muerte de Carter, sospechando que él podría haber fingido su deceso.


Durante este procedimiento forénsico, ellos encuentran a un extraño superhéroe, tal vez la quintaesencia del superhéroe norteamericano: un aventurero de quijada cuadrada, un bienhechor tradicional... hasta la llegada de los 80s. Porque si nos detenemos por un momento para recordar lo que los 80s significaron para la mayoría de los superhéroes, entonces nos daremos cuenta de los importantes cambios que ocurrieron en esa era. Los autores británicos transformaron personajes unidimensionales en individuos complejos, con personalidades ricas; eliminaron el concepto de la pureza y la bondad indiscutible, y añadieron una muy necesaria oscuridad para equilibrar las cosas. Obviamente, muchos lectores se quejaron al respecto. Ellos querían que sus héroes regresen a los estándares idealistas aunque infantiloides del pasado. 


El superhéroe anónimo de este relato es un hombre enfurecido, alguien que añora los años limpios y simples de décadas pasadas. En vez de un superhéroe clásico, en los 80s él fue convertido en algo distinto. Su historia fue rescrita y como consecuencia su origen fue modificado: “¡Me gustaba mi vida! ¡No tenía nada de malo! Yo no estaba a la moda, ni marcaba tendencias, no era innovador, ¿y saben qué? ¡Así estaba bien! No necesitaba una personalidad dividida, la crisis nerviosa, el cambio de orientación sexual, mi vida convertida en una mentira”, le grita a Snow. Se ha revelado que Jack Carter lo había fotografiado con chicos prostitutos menores de edad. La venganza, por supuesto, era inevitable. 

En las páginas finales, Jack Carter reaparece y mata a sangre fría a este superhéroe sin nombre. Aunque Carter ha cambiado. Como él dice, los 80s han muerto. Es momento de aceptar el futuro. Y él borra aquellos aspectos que lo asemejaban a John Constantine, y adopta una nueva apariencia, casi idéntica a la de Spider Jerusalem, el protagonista de la impresionante serie de Warren Ellis “Transmetropolitan”.


El arte de John Cassaday es absolutamente asombroso. Tenemos momentos oscuros y ominosos, como la página que muestra a los protagonistas entrando en el cementerio; y también tenemos escenas más luminosas y poderosas, como la página que incluye a los hijos e hijas de los 80s (debo resaltar el fantástico diseño del híbrido Swamp Thing / Poison Ivy y el Animal Man alternativo). Uno de los mejores artistas de la industria deja su huella en una historia muy creativa sobre el impacto que tuvo la “invasión británica” de los 80s en el género superheroico.


January 20, 2014

Swamp Thing # 51 & 52 - Moore, Veitch & Alcalá

We have all known the horrors of civilization, the revolting nature of human culture: prejudice, injustice, discrimination. All these elements are as much part of our DNA as our capacity for language. Alan Moore acknowledges that, and in “Home Free” (published in Swamp Thing # 51, August 1986), he reminds us that after the war in hell, after the ultimate supernatural battle, peace is not guaranteed. On the contrary, after saying goodbye to his allies (Deadman, The Phantom Stranger and John Constantine), Swamp Thing will discover what has transpired in his absence.

For months Abigail had been visiting the swamps, without ever realizing that she had been followed by an amateur photographer who takes a few compromising snapshots. He takes those pics to the local newspapers, and the images that show intimacy between this white-haired woman and this creature of the swamp enrage the public. Quickly, Abby is accused of having carnal knowledge with a monster, and she’s brought to court under charges of bestiality and crimes against nature.


Humiliated and harassed by every man and woman in Houma, Abby decides to escape. To flee to the big city. But she makes one mistake: she goes to Gotham City. Trying to find solace, she falls into an urban sewer, filled with human putrefaction. Crime runs rampant, moral and physical decay seem to prey upon her, and when she’s captured by the police –mistaken as a hooker– an extradition order is announced. 


Swamp Thing was able to control his anger in the past. Peace is the way of the wood. He had learned as much from the Parliament of Trees. But this time, he cannot contain his fury. “And out in the swamp the monster raged, and trampled… and roared his lover’s name… and promised war”.


A war against civilization and a confrontation against Gotham’s authorities are “Natural Consequences” (Swamp Thing # 52) of Abby’s unfair apprehension. In Arkham Asylum, Swamp Thing meets Batman’s greatest foes but only one of them captures his attention. Jason Woodrue –the Floronic Man– has been incarcerated along the criminally insane, losing whatever was left of his feeble mind to the demented hollering of the Joker, Two Face and the others. Finally, Swamp Thing forgives Woodrue’s trespasses against nature and tells him that no one else in Gotham deserves his forgiveness.


And so Swamp Thing gives the city an ultimatum. He will recover Abby or the gothic metropolis will succumb to nature. “All over town, from sudden cracks and fissures, the sidewalks begin to bleed emerald […] Eden comes to the city”. Concrete and steel cannot resist the unstoppable power of life. Plants, trees and flowers invade Gotham’s monotonous landscape. Artificial structures are replaced by vibrant botanical designs. 


But Swamp Thing has strayed far from the bogs of Louisiana. Gotham isn’t his turf. Gotham is Batman’s city. And the inevitable confrontation between the Dark Knight and the creature of the swamps will only be the preamble of Lex Luthor’s sinister intervention. 

Swamp Thing, Deadman & Phantom Stranger 

Although Stephen Bissette quit as the main artist of the series, he was still drawing the covers. They look slightly more rasping than previous covers, mainly because Totleben is no longer inking them. The artistic team of the title has also suffered an important modification. The penciler is now Rick Veitch and Alfredo Alcalá, the inker. Together, they bring about a much needed sense of emotional weight and earthly anguish to Abby’s conundrum.   

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Gotham's urban misery / la miseria urbana de Gotham

Todos hemos conocido los horrores de la civilización, la repugnante naturaleza de la cultura humana: prejuicio, injusticia, discriminación. Todos estos elementos son tan parte de nuestro ADN como nuestra capacidad para el lenguaje. Así lo reconoce Alan Moore y en “Hogar libre” (publicado en Swamp Thing # 51, agosto de 1986), nos recuerda que después de la guerra en el infierno, después de la batalla sobrenatural definitiva, la paz no está garantizada. Por el contrario, luego de decirle adiós a sus aliados (Deadman, Phantom Stranger y John Constantine), Swamp Thing descubrirá lo que ha sucedido en su ausencia.


Durante meses, Abigail había estado visitando los pantanos, sin darse cuenta que había sido seguida por un fotógrafo amateur que obtiene algunas instantáneas comprometedoras. Él lleva estas fotos a los periódicos locales, y estas imágenes que muestran intimidad entre la mujer de pelo blanco y la criatura del pantano enfurecen al público. Rápidamente, Abby es acusada de tener conocimiento carnal con un monstruo, y es llevada a juicio bajo cargos de bestialismo y crímenes contra la naturaleza. 


Humillada y acosada por todos los hombres y mujeres de Houma, Abby decide escapar. Huir a la gran ciudad. Pero comete un error: ella va a Gotham City. Intentando encontrar algo de calma, cae en este desagüe urbano, lleno de putrefacción humana. El crimen impera, la decadencia moral y física la rodean, y cuando es capturada por la policía -la confunden con una prostituta- la orden de extradición es anunciada. 


La Cosa del pantano fue capaz de controlar su ira en el pasado. La paz es la táctica de la madera. Él había aprendido esto con el Parlamento de los Árboles. Pero esta vez, no puede contener la furia. “Y afuera, en el pantano, el monstruo iracundo ataca... y ruje el nombre de su amante... y promete la guerra”.

Batman's greatest foes / los principales enemigos de Batman

Una guerra contra la civilización y una confrontación contra las autoridades de Gotham son las “Consecuencias naturales” (Swamp Thing # 52) del injusto apresamiento de Abby. En Arkham Asylum, La Cosa del pantano conoce a los principales enemigos de Batman pero sólo uno llama su atención. Jason Woodrue –el hombre florónico– ha estado encarcelado junto con los criminales dementes, perdiendo lo poco que le quedaba de sensatez con los aullidos desquiciados del Joker, Two Face y los demás. Finalmente, La Cosa del pantano perdona las trasgresiones en contra de la naturaleza de Woodrue y le dice que nadie más en Gotham merece su perdón. 


Y la Cosa del pantano le da un ultimátum a la ciudad. Recuperará a Abby o la metrópolis gótica sucumbirá ante la naturaleza. “Por todas partes, a través de repentinas grietas y fisuras, las veredas empiezan a sangrar esmeralda […] El Edén llega a la ciudad”. El concreto y el acero no pueden resistir el imparable poder de la vida. Las plantas, los árboles y las flores invaden el monótono paisaje de Gotham. Las estructuras artificiales son reemplazadas por vibrantes diseños botánicos. 


Pero la Cosa del pantano se ha alejado demasiado de las ciénagas de Luisiana. Gotham no es su territorio. Gotham es la ciudad de Batman. Y la inevitable confrontación entre el Caballero de la Noche y la criatura de los pantanos será sólo un preámbulo para la siniestra intervención de Lex Luthor.

Lex Luthor

Aunque Stephen Bissette renunció como el artista principal de la serie, todavía seguía dibujando las portadas. Ahora se ven ligeramente más ásperas que antes, sobre todo porque Totleben ya no las entinta. El equipo artístico también ha sufrido una importante modificación. El dibujante ahora es Rick Veitch y Alfredo Alcalá es el entintador. Juntos, aportan una muy necesaria sensación de peso emocional y angustia terrenal al conflicto de Abby.


August 26, 2013

Swamp Thing # 43, 44 & 45 - Moore, Bissette, Woch & Totleben

Stephen R. Bissette & John Totleben
For decades, drugs were one of many untouched –and untouchable– taboos of American mainstream comics. But drug consumption wasn’t something strange for Alan Moore (after all, he got expelled from his school as a teenager due to an altercation involving drugs). Occasionally DC and Marvel addressed the issue of drugs, always focusing on the negative aspects of addiction and the lethal consequences of ingesting illegal substances. So I’m surprised to see how “Windfall” (published in Swamp Thing # 43, December 1985) was approved in the first place. After all, here drugs are not only the path to hell, they’re also a stairway to heaven. I guess we owe it all to the audaciousness of editor Karen Berger.

Chester, a jobless hippy who sells marijuana to his loyal customers, becomes the focal point of this amoral tale. The rest of the characters converge around him, attracted by his latest discovery: a fruit produced by the body of Swamp Thing. He shares the fruit with two men. The first man gives it to his wife, who’s dying of cancer, and through a psychedelic dream the couple rediscovers the value of life and the beauty of nature: “We spend our lives, pressing our bodies against each other, trying to break the surface tension of our skins, to unite in a single bead”. The dying woman embraces life more than ever, and through an orgasmic and cosmic experience she bonds with his husband in ways none of them could have imagined before. The second man eats the fruit and sees himself as a monster; plagued by nightmares and horrible visions, he goes mad. He dies only minutes after eating the mysterious fruit.

Chester hears what happened to his ‘customers’. The first one is happy and grateful; the second one, dead. If the fruit somehow brings to the surface who we are, our true essence, then it means that we can either have a good or a bad trip… and the consequences of the bad trip can be deadly. The last page is my favorite. Chester stares at the last piece of fruit, trying to decide if he’s a good or a bad person, trying to speculate what could happen to him if he ingested the fruit. In the end, indecision overwhelms him. He won’t eat it, but then again, would you? 

Penciler Stan Woch and inker Ron Randall take advantage of the hallucination provoked by the fruit and create highly imaginative sequences and an indisputable oneiric beauty; as usual, Tatjana Wood’s colors are superb. 

In the “Bogeymen” (January 1986), a serial killer obsessed with the eyes of his victims goes through the swamps of Louisiana. This is a man that has killed 165 people, and has memorized their eyes. He can remember the eyes of all his victims and he often rejoices in this macabre remembrance. The world is agitated. Madness is stirring inside the Bogeyman’s head, and all around the world, the sky has turned red. 

The Crisis on Infinite Earths is upon us, and the red skies are a warning of what is to come, and that’s what Batman says when he runs into John Constantine and Steve Dayton (formerly known as Mento, the hero with mental powers) in a short but very memorable sequence… seeing Batman taking a few minutes to recognize Mento is just priceless.

Stephen Bissette, Ron Randall and John Totleben magnificently illustrate “Bogeymen”: their detailed lines and intricate designs mesmerize the readers, but it’s the balance between shadows and light that surprises us the most. The final splash page is one of the most beautiful compositions we’ve seen in this title so far, and that’s saying a lot. The face of Swamp Thing is hidden in the darkness of the night, his left eye is there for us to see and his right eye is replaced by the shining midnight moon, and below all of this, the creature of the swamp walks into the woods, into the dark. What a fantastic page. I still remember when I read this story for the first time. Having Swamp Thing materializing in Abigail’s bathroom sure was a scary moment, and it works perfectly thanks to the artistic team.  
Sex: an antidote against death? / el sexo: un antídoto contra la muerte

Ever since the opening salvo of “American Gothic”, Alan Moore reimagined some of the most traditional troupes of the horror genre. Vampires were turned into subaquatic creatures in Rosewood lake; the myth of the werewolf was transformed into an allegory of machismo, the subjugation of women and the lunar phases replaced by the menstrual cycle. Now Moore plays with the classic haunted house, filling the empty figure of the ghost with social criticism. 

Bang, bang! Surely we’ve heard that onomatopoeia before, and Alan Moore plays with it. On the one hand, the bang-bang makes references to revolver shots, but also the sound of hammering. In “Ghost Dance” (February 1986) both elements are combined into one enthralling narrative. A wealthy family has built a house over six acres of their property. Such monumental construction demanded the constant work of men, and thus the sound of hammers and nails were heard for years. Until it all stopped. And once it stopped a very familiar sound reappeared. The sound of guns. Every man, woman or child –even animals– murdered by the bullet of a Cambridge gun reappear as ghosts inside the gigantic house. And when a group of friends visit the house, all the ghosts reawaken.  

This isn’t a politically correct story. Alan Moore challenges the hegemony of groups such as the National Rifle Association (we know that the people who enter the house have ties with that organization), and that’s what’s so great about it. Because the main idea here isn’t a pretty one: America was built on the corpses of Indians, much in the same way that this house was built thanks to the opulence generated by the production and commercialization of the Cambridge repeater (a cheaper version of the Winchester rifle). A hammer against a nail, a bullet against our flesh, it’s all the same. But the sound must stop. And Swamp Thing knows how to stop it. 
While Abigail reads a Clive Barker novel something strange happens in the bathroom /
Mientras Abigail lee una novela de Clive Barker algo extraño sucede en el baño

The art here is in the hands of Stan Woch and Alfredo Alcalá, and they create a dark and ominous atmosphere. They recreate the horror of death but above all the horrific fascination Americans have always felt towards weapons. At the end, John Constantine reappears and congratulates Swamp Thing, but he also highlights how close they are to the end: “I’ve got a couple of front row tickets for the end of the universe”. Now that’s something that deserves to be seen.
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Batman, Steve Dayton (Mento) & John Constantine

Durante décadas, las drogas fueron uno de los muchos tabús intocados -e intocables- de los cómics de difusión masiva de Estados Unidos. Pero el consumo de drogas no era algo ajeno para Alan Moore (después de todo, cuando era adolescente, fue expulsado de su colegio a causa de un altercado que involucraba drogas). Ocasionalmente, DC y Marvel habían mencionado el tema de las drogas, siempre enfocándose en los aspectos negativos de la adicción y en las consecuencias letales de ingerir sustancias ilegales. Así que me sorprende ver que "Fruto del cielo" (publicado en Swamp Thing # 43, diciembre de 1985) fuera aprobado en primer lugar. Después de todo, aquí las drogas no sólo son el camino al infierno, también son la escalera al cielo. Supongo que se lo debemos a la audacia de la editora Karen Berger.

Chester, un hippy desempleado que les vende marihuana a sus leales clientes, se convierte en el punto focal de este relato amoral. El resto de los personajes convergen alrededor de él, atraídos por su más reciente descubrimiento: un fruto producido por el cuerpo de la Cosa del Pantano. Él comparte el fruto con dos hombres. El primero se lo da a su esposa, que está muriendo de cáncer, y a través de un sueño psicodélico la pareja redescubre el valor de la vida y la belleza de la naturaleza: "Vivimos nuestras vidas presionando nuestros cuerpos entre sí, intentando quebrar la tensión en la superficie de nuestras pieles, para unirnos en una sola gota". La mujer moribunda abraza la vida más que nunca, y a través de una experiencia orgásmica y cósmica, se une a su marido en modos que nadie podría haber imaginado antes. El segundo hombre come el fruto y se ve a sí mismo como un monstruo; enloquece plagado por pesadillas y horribles visiones. Muere apenas unos minutos después de comer el misterioso fruto.
Extraordinary composition by Bissette & Totleben /
Extraordinaria composición de Bissette y Totleben

Chester escucha lo que les pasa a sus 'clientes'. El primero está feliz y agradecido; el segundo, muerto. Si la fruta de algún modo trae a la superficie quiénes somos, nuestra verdadera esencia, entonces eso significa que podemos tener un buen o un mal viaje... y las consecuencias del mal viaje pueden ser mortales. La última página es mi favorita. Chester se queda mirando el último pedazo del fruto, intentando decidir si es una buena o mala persona, intentando especular qué podría pasarle si es que ingiere el fruto. Al final, la indecisión lo abruma. No se lo come, pero, ¿acaso ustedes sí se lo comerían? 

Los artistas Stan Woch y Ron Randall aprovechan la alucinación provocada por el fruto y crean secuencias sumamente imaginativas y de una indiscutible belleza onírica; como siempre, los colores de Tatjana Wood están soberbios.

En “El hombre del saco” (enero 1986), un asesino en serie obsesionado con los ojos de sus víctimas atraviesa los pantanos de Louisiana. Este es un hombre que ha matado a 165 personas, y ha memorizado sus ojos. Puede recordar los ojos de todas sus víctimas y a menudo se regodea en esta remembranza macabra. El mundo está agitado. La locura se arremolina en la cabeza del hombre del saco, y a lo largo del mundo, el cielo se ha vuelto rojo.  

La Crisis en Tierras Infinitas ha llegado, y los cielos rojos son una advertencia de lo que pasará, y eso es lo que dice Batman cuando se encuentra con John Constantine y Steve Dayton (antiguamente conocido como Mento, el héroe con poderes mentales) en una corta pero muy memorable escena... Ver a Batman demorándose algunos minutos en reconocer a Mento no tiene precio.
Alan Moore reinvents the haunted house /
Alan Moore reinventa la casa embrujada

Stephen Bissette, Ron Randall y John Totleben ilustran magníficamente “El hombre del saco”: sus líneas detalladas e intrincados diseños hipnotizan al lector, pero lo que más nos sorprende es el balance entre sombras y luz. La página final es una de las más bellas composiciones que hemos visto en la colección, y eso ya es decir bastante. El rostro de la Cosa del Pantano se oculta en la negrura de la noche, el ojo izquierdo está a la vista y el derecho es reemplazado por la resplandeciente luna de la medianoche, y debajo de todo, la criatura del pantano camina hacia los bosques, hacia lo oscuro. Una página fantástica. Todavía me acuerdo cuando leí esta historia por primera vez. Cuando la Cosa del Pantano se materializa en el baño de Abigail es un momento de miedo, y funciona perfectamente gracias al equipo artístico.  

Desde el inicio de “American Gothic”, Alan Moore reinventó a la muchedumbre más tradicional del género del terror. Los vampiros fueron convertidos en criaturas subacuáticas en el lago Rosewood; el mito del hombre lobo fue transformado en una alegoría del machismo, la subyugación de la mujer y las fases lunares reemplazadas por el ciclo menstrual. Ahora Moore juega con la clásica casa embrujada, llenando de crítica social la vacía figura del fantasma.

¡Bang, bang! Seguramente hemos oído esta onomatopeya antes, y Alan Moore juega con ella. Por un lado, el bang-bang hace referencia al disparo del revólver, pero también al sonido del martilleo. En "Danza fantasma" (febrero 1986) ambos elemenos se combinan en una narrativa cautivante. Una familia acaudalada ha construido una casa sobre seis acres de su propiedad. Una construcción tan monumental ha demandado un trabajo constante, y así, el sonido de los martillos y los clavos fue escuchado por años. Hasta que todo se detuvo. Y una vez que se detuvo reapareció un sonido muy familiar. El sonido de las pistolas. Todo hombre, mujer o niño -incluso animales- asesinado por la bala de las armas Cambridge reaparece como fantasma dentro de la gigantesca casa. Y cuando un grupo de amigos visitan la casa, todos los fantasmas despiertan. 

Esta no es una historia políticamente correcta. Alan Moore desafía la hegemonía de grupos como la Asociación Nacional del Rifle (sabemos que la gente que entra en la casa tiene vínculos con esta organización) y eso es lo que cuenta. Porque aquí la idea principal no es algo agradable: Estados Unidos se construyó sobre los cadáveres de los indios, del mismo modo que la casa se construyó gracias a la opulencia generada por la producción y comercialización del rifle Cambridge (una versión más barata del rifle Winchester). Un martillo contra un clavo, una bala contra nuestra carne, todo es lo mismo. Pero el sonido debe parar. Y la Cosa del Pantano sabe qué hacer para lograrlo. 

Aquí el arte está en las manos de Stan Woch y Alfredo Alcalá, y crean una atmósfera ominosa y oscura. Ellos recrean el horror de la muerte y, por encima de todo, la horrenda fascinación que los estadounidenses sienten hacia las armas. Al final, John Constantine reaparece y felicita a la Cosa del Pantano, pero también subraya lo cerca que están del fin: "Tengo un par de boletos de primera fila para el fin del universo". Y eso es algo que merece verse.